Los pingüinos de Míster Frigorífico y el Cambio Climático

– ¡Hola, Míster Frigorífico! ¡Allí me planté y en tu fiesta me colé! Soy Micaela, Mica para los amigos, y vengo de parte de Dora la Lavadora y del Señor Microondas para ver si alguien me explica de una vez por todas por qué están tan preocupadas todas las máquinas electrodomésticas de esta casa hasta el punto de que os estáis planteando una revolución como nunca antes se ha visto ni en este barrio ni en esta ciudad.
– ¡Hala, Mica, qué fuerte!, lo has dicho así de un tirón, sin respirar ni nada, todas las palabras de corrido.
– Ya ve, será de tanto aprenderme poemas de memoria en el cole, que la profe de Literatura se pone muy pesada, soneto va y soneto viene. Que parece la Señorita Rottenmeier, que le hacía la vida imposible a Heidi.
– ¡Ay, Heidi! ¿A ti también te gusta Heidi? Yo estoy enamorado de las montañas suizas donde vive su abuelo, llenas de frío, nieve y glaciares.
– Cómo mola, un frigorífico fan de Heidi. Dora la Lavadora, fan de Mafalda, y el Señor Microondas, fan de Barrio Sésamo. Esta cocina es lo más de lo más.
– Sí, hija, sí, muy fan de Heidi y de ese pobre niño, Marco, que viajaba tanto en busca de su mamá con su mono Amedio… Y, dime, ¿qué es lo que me habías preguntado?, que se me ha olvidado ya…
– Que vengo de parte de Dora la Lavadora y del Señor Microondas para ver si alguien me explica de una vez por todas por qué están tan preocupadas todas las máquinas electrodomésticas de esta casa hasta el punto de que os estáis planteando una revolución como nunca antes se ha visto en este barrio.
– ¡Hala, Mica!, qué fuerte, lo has dicho así de un tirón, sin respirar ni nada, todas las palabras de corrido.
– Ya, eso ya. Pero, ande, dígame, qué es lo que pasa.
– ¡Ay, hija, preocupado es poco! Tú no sabes lo que me cuesta a mí enfriar todas las cosas que me metéis dentro. Que no os dais cuenta de que estamos en plena crisis climática, en pleno calentamiento global terrestre, y cada vez tengo más dificultades para contratar pingüinos para que me enfríen todo lo que me ponéis en la barrigota… ¿Qué te estaba diciendo?
– Que le cuesta mucho enfriar nuestros alimentos por el calentamiento global.
– Eso, eso es… Que los pingüinos cada vez están más acalorados, y no veas lo que me tardan en refrescar las mandarinas, los zumos de tomate y los yogures… Por cierto, ¿tú, cómo te llamas?
– Mica.
– ¡Eso es! Mica, de Micadora.
– No, no. Mica, de Micaela. Perdone que le diga, Míster Frigorífico, pero tiene usted menos memoria que un pez, que parece Dory, la amiga de Nemo, los de la peli de dibujos animados.
– Ay, hija, memoria reciente poca, sí, cada vez menos. Yo no sé si es que me han programado así, porque, sin embargo, memoria a largo plazo, un montón montonazo. Aún recuerdo el día en que llegué a esta casa y los operarios me metieron por esa puerta, me instalaron aquí y me enchufaron. Tirito de la emoción. Es que me dan escalofríos recuerdos tan felices. Mira, Mica, hija, de verdad que esto del cambio climático es cosa seria. ¿Os hablan de ello en la escuela?
– Sí, sí. Y reciclamos todo el papel y vidrio y los plásticos, y cerramos los grifos en cuanto no necesitamos agua, y apagamos las luces en cuanto no las usamos, todo para no gastar mucho y cuidar el planeta.
– Eso está muy, pero que muy bien, Micadora. Pero, dime, ¿cuál era tu pregunta concreta? ¿En qué puedo ayudarte? Tienes que ser un poco más rapidita a la hora de plantear tus preguntas, Micadora, hija, que dentro de nada tengo que hacer una conferencia con el Polo Sur para contratar más pingüinos rey, que, si no, este sábado va a llegar tu padre con un cargamento de compra del súper para toda la semana, y a ver cómo lo enfrío yo, que ya digo yo que podía salir más a menudo a la compra y traer más producto fresco, del día, y del barrio, de eso que dicen de cercanía, en vez de esas mega-compras semanales que me desbordan. Me desbordan, hija, me desbordan. Y no veas el sindicato profesional de pingüinos rey cómo se pone con esas sobrecargas de trabajo así, de repente.
– Míster Frigorífico, ¿y cómo se pone usted en contacto con el Polo Sur?
– Uy, muy fácil, Micadora, hija. Mira, mira, asómate a mi congelador y mira fijamente. Si te quedas así un buen rato, con los ojos muy fijos, acabas viendo al fondo unas gotitas que son nada más y nada menos que el Polo Sur, y en cada una de ellas hay una colonia de pingüinos, esperando a ser contratados para enfriar la comida de familias como la tuya. Pero, eso sí, cada vez quedan menos colonias, van desapareciendo por el cambio climático y cada vez son más exigentes… Y yo me preocupo, cómo no me voy a preocupar si no consigo poner la leche y la nata y la mortadela en el punto exacto de temperatura para que se conserven bien y no os sienten mal, que luego me venís con quejas y enseguida me queréis cambiar por otro… Pero, dime, querida Heidi, o como te llames, ¿qué es exactamente lo que querías?
– Nada, da igual, Míster Frigorífico, le dejo que contacte con el Polo Sur, que se le hace tarde y tiene que hablar con los pingüinos antes de que anochezca y se junten a tomar la sopa calentita antes de irse a dormir. No se preocupe usted, ya voy al salón a continuar con mis investigaciones.
– Como quieras, como quieras. Hasta otro rato. Ha sido un placer hablar contigo del clima, un verdadero placer, querida Dory.
Así, con un encargo parecido al del primer y segundo capítulos, Mica –de Micaela, no de Micadora– se trasladó al salón para hablar con Doña Aspiradora y Don Televisor. Misión: ver si de una vez por todas consigue enterarse de por qué las máquinas electrodomésticas de su casa están tan, tan preocupadas, alteradas y revolucionadas… Aunque ya va teniendo más de una pista para hilar la historia.
Texto escrito por Rafa Ruiz, periodista y coordinador de El Asombrario.
Ilustración realizada por Raúl Ortiz.
Puedes leer el segundo capítulo aquí.
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