Nuria Castaño, periodista especializada en Medio Ambiente.
Seguro que conocen a Joaquín Gutiérrez Acha. Y si no a él, a su obra. Es uno de los más reconocidos directores de producciones de naturaleza del mundo.
Ha trabajado para medios internacionales como National Geographic o la BBC; ha dirigido y filmado documentales como “Dehesa. El bosque del lince ibérico”, “Cantábrico. Los dominios del oso pardo” o “Guadalquivir”. Y sus imágenes de naturaleza han llegado a la gran pantalla en películas como “Entrelobos”. Cada vez que Joaquín viaja para un rodaje, acarrea varios cientos de kilos en equipos tecnológicos cuya vida útil cada vez es más corta. La mayoría acaban en su “cuarto blindado”, una pequeña exposición personal donde la tecnología parece atrapada en un “time lapse”.

Hacer una película de naturaleza de calidad requiere prácticamente de todos los recursos tecnológicos que ofrece la industria del cine.
El “time lapse” es una técnica cinematográfica que permite mostrar en apenas unos segundos lo que tarda días en ocurrir, como el crecimiento de una planta. La tecnología también nos permite lo contrario: registrar acciones que, por su rapidez, el ojo humano no es capaz de percibir. Para ello, se graban con cámaras de ultra alta velocidad, capaces de rodar a más de 1500 frames por segundo, para poder visualizarlas después a cámara super lenta y poder observar los detalles.
Son algunas de las técnicas especiales que Gutiérrez Acha utiliza en sus rodajes. Hacer una película de naturaleza de calidad requiere prácticamente de todos los recursos tecnológicos que ofrece la industria del cine. “Desde helicópteros y drones para tomas aéreas, largos teleobjetivos para conseguir acercarnos con la imagen a la fauna más inaccesible, grandes angulares para conseguir paisajes dramáticos y espectaculares, cámaras autónomas que trabajan solas escondidas en el campo y que se activan por la presencia de los animales; y otras cámaras, las principales, que se ocupan de conseguir el mayor porcentaje del metraje de una de estas películas y que están preparadas para conseguir una gran calidad y rendir adecuadamente en las pantallas de cine”, detalla el naturalista.
Durante muchos años, cuando los formatos digitales no estaban todavía asentados en el mercado, Joaquín trabajaba en celuloide con cámaras cuyos modelos apenas evolucionaban. Explica que “era una importante inversión inicial, pero tenías tiempo para amortizarla con el trabajo. Con la era digital, todo cambió. Si quieres estar en el mercado internacional y trabajar para las grandes compañías de documentales de naturaleza, debes estar al día con las últimas tecnologías. Te subes a un tren que va a una velocidad vertiginosa y te obliga a adquirir los equipos más avanzados. Hemos pasado de la Alta Definición (HD) a los 8K en apenas unos años, dejando una gran cantidad de material de rodaje arrinconado en nuestro ‘cuarto blindado’ que, aunque relativamente joven, parece de otra era”. Esa exposición personal le sirve a Joaquín para ser consciente de la vertiginosa evolución tecnológica que sufre su profesión. De vez en cuando le gusta deleitarse mirando esos “cacharros”, ya inservibles para él, que lo transportan a los lugares donde sí fueron útiles. Lugares donde habitan el oso pardo o el lince ibérico, donde una manada de lobos acoge a un niño de Sierra Morena o donde una delicada mariposa evita a un depredador.
Los equipos del ‘cuarto blindado’ de Joaquín no pasarán por otras manos ni serán despiezados en una planta de tratamiento de residuos. A ellos les ha tocado un papel principal en la película de los aparatos eléctricos y electrónicos en desuso. Son los protagonistas de la escena de la memoria. Para todos los demás, los que se averían sin remedio o se quedan obsoletos en nuestras casas, sólo queda el papel de extra en las plantas de gestión de residuos eléctricos y electrónicos. Allí sí serán útiles y aportarán a la sostenibilidad, como lo hace a la divulgación y la conservación de la naturaleza el trabajo de Joaquín Gutiérrez Acha.
Agus dice
En mi caso, tan pronto como cambio mi equipo actual por uno nuevo, pongo el material que no voy a usar a la venta para que tenga una segunda vida. Si se cuida bien y se lleva el mantenimiento mínimamente al día, ese material todavía puede ser utilizado por aficionados que lo adquieren a mejor precio que comprándolo nuevo. Por otro lado también he comprado producto remanufacturado por el fabricante con un funcionamiento impecable y mejor precio; estrategia muy recomendable para presupuestos ajustados.