Con el auge imparable de las nuevas tecnologías, pocas son las personas que no utilicen un dispositivo electrónico, pero esto también implica un complejo problema para el Medio Ambiente. Los aparatos quedan obsoletos con mucha rapidez y, cuando dejan de funcionar, se convierten en residuos informáticos, altamente contaminantes, que deben ser reciclados para evitar males mayores.
Según Global E-waste Monitor 2020, los desechos tecnológicos han aumentado un 21% en los últimos cinco años, y de todos ellos, tan solo un 17% fue tratado correctamente y reutilizado. Una cifra muy baja en comparación a la gran variedad de usos que tienen cuando pasan a mejor vida.

El proceso de reciclaje
Como bien sabemos, aquellos RAEE que no funcionen y tengamos rondando por casa deben ser depositados en puntos de venta, instalaciones de recogida locales o gestores autorizados. Después, son trasladados hasta plantas de reciclaje especializadas donde son almacenados y sometidos a su correcto tratamiento.
Primero, los residuos son pesados y desmontados, para luego poder separar y neutralizar los elementos contaminantes y peligrosos que contienen de aquellos que pueden aprovecharse y recuperarse. Estos últimos son divididos en cuatro categorías; metales ferrosos, no ferrosos, vidrios y plásticos, para luego ser procesados como materias primas.
Los usos de los residuos reciclados
La mayoría de materiales de los que están hechos portátiles y computadoras de sobremesa, así como complementos como impresoras, escáneres, monitores, ratones y teclados pueden reutilizarse y convertirse en nuevos objetos tras ser sometidos a estos procesos de recuperación.
Los componentes electrónicos, sus soldaduras, la carcasa y estructura exterior del ordenador, así como algunos elementos de los motores y ventiladores, están fabricados en su mayoría por metales como el hierro, el estaño, el cobre y el aluminio. El silicio (no ferroso) es fundamental para la elaboración de chips. Todos son materiales que, de extraerse y fundirse permiten fabricar materiales metálicos, ahorrando más dinero, recursos y energía que si fueran extraídos directamente de la naturaleza. Esto forma parte del proceso que se denomina minería urbana.
Cabe señalar que de los residuos electrónicos se pueden extraer metales preciosos y valiosos como el oro, la plata, el paladio o el platino, cuyo valor dependerá de la mayor o menor proporción y cantidad extraída.
Cualquier cosa que no sea de metal en un equipo informático está compuesta probablemente de algún tipo de plástico que puede reciclarse y usar de nuevo. Como sucede, por ejemplo, con el ABS (Acrilonitrilo butadieno estireno), material usado habitualmente para las carcasas por su gran resistencia a impactos. El reciclado de los monitores y pantallas permite recuperar también vidrio, cristal líquido y otros componentes residuales.
De esta forma, estos materiales recuperados son de nuevo puestos en circulación, en el mercado, para que sean empleados en la fabricación de nuevos aparatos electrónicos y eléctricos, útiles variados y productos de uso cotidiano. Un proceso con el que se garantiza un doble ahorro, energético y material, como base de la Economía circular que desde Fundación Ecolec tanto defendemos.
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