Tenemos sed y abrimos una botella de agua. En unos minutos, el recipiente de plástico queda vacío y lo desechamos sin reparar en que tardará cientos de años en descomponerse por sí solo: unos 500 en condiciones normales y hasta mil si permanece enterrado, según la Fundación Aquae. Ese gesto cotidiano da una idea del gasto en plástico que implica esta forma de acceder al producto, que sigue creciendo.
Cada minuto se venden un millón de botellas, incluso en países que garantizan una alta calidad del agua del grifo. Los envasadores también usan el vidrio, pero se impone el plástico. España es el tercer país de la UE con mayor consumo, por detrás de Italia y Alemania, y con un gasto medio de 14 euros por persona y año en agua embotellada, el cuarto en producción, en lo que le adelanta también Francia, según la Federación Europea de Aguas Envasadas (EFBW).
¿Qué efecto tiene en el entorno ese agua embotellada?
Un impacto importante que obliga a interiorizar una rutina de reutilización y aporte al reciclado. Por un lado y según el Atlas del Plástico 2020, el 12% de los restos de ese material que se encuentran en Mediterráneo procede de botellas de bebidas (el 45% de botellas de agua), a lo que se suma el 14% de tapones y tapaderas.
Contribuyen pues al microplástico: partículas de menos de 5 milímetros y que no sólo se depositan en los fondos marinos, sino que son ingeridas por los peces y entran en la cadena alimentaria.
Pueden engrosar esas islas de desechos que flotan sobre los océanos. No hace siquiera falta que el vertido se produzca cerca del mar, porque las lluvias las arrastran desde cualquier parte y los microplásticos también están en los ecosistemas terrestres.
Antes de esa fase, el proceso de fabricación y transporte suma en las emisiones de CO2. Se estima que los cerca de 5.400 litros de agua que se envasan al año en España precisan de más de 84.000 toneladas de plástico.
Hace ya tiempo que ANEABE (Asociación de Aguas Minerales de España) impulsa medidas para reducir esa contaminación, implantando progresivamente la distribución de los envases reutilizables de vidrio en hoteles, restaurantes y cafeterías y policarbonato para el servicio a domicilio. Asimismo, colabora en la recogida de botellas de PET para incrementar la tasa de recuperación hasta el 95% en 2030. Para ese año, también es un reto que la parte de materia reciclado que usa en sus envases alcance el 50%.
Más allá de las medidas de fabricantes y de la legislación, la concienciación social es básica y cualquier gesto cuenta. El 85% del agua embotellada que se vende en España se hace en supermercados o hipermercados.
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