María García de la Fuente, periodista especializada en Medio Ambiente y presidenta de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA).
La transición ecológica pasa por reducir, reutilizar y reciclar al máximo los productos de uso cotidiano. No se trata de almacenar, ni de dejarlos olvidados en el trastero. El cambio de hábitos ya está en marcha y lo que parecía impensable son realidades.

El coche ha sido el objeto de distinción de clase por antonomasia. Tener un coche, aunque sea solo aparcado en el garaje, era una muestra de estatus social. Y sacarlo a pasear los fines de semana era signo de distinción. Pero esa imagen parece ya de otra época. Al fin y al cabo, no es más que un medio de transporte para desplazarnos, es decir, que utilizamos cuando necesitamos y a medida que mejora el transporte colectivo (autobuses, metro, tren de cercanías y marga distancia) cada vez se usa con menos frecuencia. Así que ¿por qué almacenar coches y no pagar sólo cuando lo utilizamos?
El cambio empezó con el leasing, es decir, cuando el usuario paga un alquiler durante un tiempo determinado por un vehículo concreto. Y siguió con el uso de coches por minutos para desplazamientos dentro de la ciudad, o carsharing. De esta forma, nos olvidamos de pagar los impuestos municipales, pasar la ITV, arreglar averías, la puesta a punto en el taller, etcétera. El leasing se empezó a extender a otros sectores, en los que no es necesario tener en propiedad objetos, que además requieren un mantenimiento, cuando se puede pagar por uso.
Una de las modalidades más extendidas son las impresoras de las oficinas, en las que se paga un arrendamiento por una cuantía de impresiones. La diferencia es sustancial porque los costes de mantenimiento, averías y reposición de piezas corren a cargo de la empresa propietaria de la máquina, con lo cual el usuario no tiene que preocuparse por ese coste y cuenta con un servicio garantizado. Y la empresa propietaria cuidará mucho de que las piezas duren lo máximo posible para no tener que incurrir en más gastos. La reutilización y el diseño mejorarán los equipos y se acabará con la obsolescencia programada.
El pago por uso se instala en cada vez más sectores, como la música y las películas, que hemos dejado de comprar y alquilamos desde nuestras televisiones u ordenadores a través de diferentes plataformas. E incluso en la moda. Del alquiler de chaqués para bodas y el préstamo de trajes para eventos exclusivos a las plataformas en las que se alquila ropa, para que no se te pase de moda en el armario ni acumules sin sentido. De esta forma, se reduce el consumo de la moda de usar y tirar o fast fashion.
Y lo último que está por llegar a España, pero que ya es una realidad en países como Alemania es el pago por uso en lavadoras. Si hay un electrodoméstico que se ha convertido en indispensable y que nos da algún susto al bolsillo cuando tenemos que llamar al técnico es la lavadora. El coste de la visita a domicilio, la mano de obra y la reposición de piezas, hace que en muchas ocasiones optemos por reemplazar la lavadora por otra nueva, cuando el resto de piezas funciona perfectamente, lo que supone malgastar recursos naturales. El pago por uso de la lavadora conlleva un alquiler por un número determinado de lavados, detergente incorporado, y si falla, el servicio de reparaciones está incluido, por lo que el fabricante velará para que las piezas sean de la máxima calidad y durabilidad.
La Economía Circular es precisamente eso, reducir la cantidad de materias primas, reutilizar al máximo cada producto y reciclarlos al final de su vida útil para que esas piezas y materias formen parte de la siguiente lavadora.
El pago por uso incentiva que los fabricantes se preocupen de tener sus piezas en buen estado, de que sus productos se reutilicen al máximo y de que el diseño de sus máquinas sea óptimo para poder reciclar cada pieza. Desmontar fácilmente para reutilizar y reciclar. Es el denominado eco-diseño. Y una vez que esas piezas estén inservibles, sus materiales se puedan convertir en materias primas secundarias, con la misma calidad y prestaciones que las extraídas de la naturaleza.
La Economía Circular es ya una realidad en cada vez más sectores y cuidar de cada pieza se ha convertido en el objetivo, porque las materias primas son un tesoro, y no estamos para derrochar naturaleza.
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