Nuria Castaño, periodista especializada en Medio Ambiente.
Justo en el momento en que me lo dijeron, estaba frente al televisor viendo la serie animada de Naranjito, la mascota del Mundial de España 1982, que durante los meses de aquella competición emitía TVE. Por eso recuerdo perfectamente el año en que mi padre sufrió un accidente de tráfico.
Él se recuperaría relativamente pronto de las lesiones, pero nuestro coche de entonces, aquel Seat 127 amarillo que tantas veces llevó a nuestra familia numerosa de excursión al campo o a la playa, acabaría en una chatarrería. A veces pensaba en él y me lo imaginaba triste -a ciertas edades, los niños dotan de sentimientos a las cosas-, abandonado entre mil tartanas abolladas, soltando restos de aceite y gasolina como si de lágrimas se tratara, a la espera de que alguien quisiera como repuesto alguna de sus piezas. En la actualidad, nada es como entonces. Los vehículos deben pasar por uno de los centros autorizados de tratamiento y descontaminación, que trabajan en colaboración con la Dirección General de Tráfico.

Según el Informe Anual de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones 2019 , hay un vehículo por cada 1,8 habitantes.
En aquel mítico año de 1982, en nuestro país había un turismo por cada cuatro habitantes. En sólo 25 años, el número de vehículos y de conductores se triplicó. En la actualidad, según el Informe Anual de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones 2019 (publicado en 2020), el parque automovilístico en España se acerca a los 30 millones de unidades. Hay un vehículo en uso por cada 1,8 habitantes. La media de edad de los transportes que transitan por nuestras carreteras supera los 12 años, bastante elevada en comparación con otros países europeos. Son muchos los motivos que nos hacen alargar la vida útil de los vehículos, más en tiempos de crisis, pero también a los coches les llega su San Martín… En 2019 se dieron de baja, según la DGT, casi 1.088.000 vehículos de todos los tipos -el 80% de ellos eran turismos-. A diferencia que aquel viejo Seat 127, cada uno de estos coches, motos, autobuses, camiones, etc. han tenido que pasar por una cadena controlada de descontaminación y gestión de residuos. Se trata de un proceso muy completo, que sólo puede realizarse en centros autorizados. El listado de los mismos, ordenados por provincias puede consultarse en la DGT.
El objetivo básico que en ellos se persigue es no perjudicar al Medio Ambiente con vertidos o elementos nocivos para la naturaleza y la salud y, por otro lado, salvar cualquier material que pudiera ser reciclado o reutilizado. Todas las operaciones a las que debe someterse un vehículo al final de su vida útil están recogidas en el Boletín Oficial de Estado e incluye tareas para evitar la contaminación, así como procesos destinados a preparar los diferentes elementos de cara a la reutilización y el reciclaje.
En el primer grupo, se incluyen la retirada de baterías, depósitos de gas licuado y filtros; la neutralización de componentes potencialmente explosivos (airbags, por ejemplo) y la recogida selectiva de líquidos (combustible, aceites, anticongelantes, fluidos de los aparatos de aire acondicionado y otros). Además, se presta una especial atención a la retirada, siempre que sea viable, de todos los componentes que contengan mercurio.
El otro tipo de operaciones, enfocadas en la reutilización de piezas y el reciclaje, incluyen la retirada de catalizadores, neumáticos y componentes plásticos de gran tamaño, vidrio y elementos metálicos que contengan cobre, aluminio y magnesio, si estos metales no van a ser retirados en un proceso posterior de fragmentación.
Por supuesto, todos los componentes y aparatos eléctricos y electrónicos incluidos en los vehículos también son retirados y gestionados por los centros de tratamiento y descontaminación. El viejo 127 de mi padre era pura mecánica, la parte eléctrica -sería osado llamarla electrónica- se reducía a los cuatro cables del encendido, la batería y las luces, pero los coches actuales cuentan con innumerables equipamientos electrónicos. De muestra, un botón: el vehículo que ha sido elegido Coche del Año en Europa 2021 es el Toyota Yaris, un pequeño utilitario híbrido cargado de tecnología, que incluye cámara de visión trasera, head-up display, instrumentación digital o carga inalámbrica para móviles, entre otros. No hablemos ya de los coches eléctricos, cada vez con más cuota de mercado. Su elemento diferencial, la batería, está incluida, desde el punto de vista de la gestión como residuo, dentro de los residuos de pilas, baterías y acumuladores.
Gracias a esa correcta gestión, estos vehículos, los actuales, jamás verterán contaminantes lágrimas de combustible y aceite, como hizo en la chatarrería aquel pequeño y triste Seat amarillo. Porque hoy día, el reciclaje, como los coches, también va sobre ruedas.
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