Los residuos que generamos hablan de cómo han ido cambiando nuestros hábitos de consumo. Y una nueva fracción que ha ido cogiendo protagonismo en nuestro cubo de basura es la ropa. Así lo pone de manifiesto el informe A new textiles economy: redesigning fashion’s future, centrado en la industria de la moda y elaborado por la Ellen Macharthur Foundation. En este documento, se pone de manifiesto que en el año 2000 se fabricaron en todo el mundo del orden de 50.000 millones de prendas. Una cantidad que tan solo 15 años más tarde, ya en el 2015, se había duplicado llegando a los 100.000 millones de prendas anuales.
Todo ello ha venido motivado e impulsado por el fast fashion. “El concepto de fast fashion, o moda rápida, se refiere a los grandes volúmenes de ropa producidos por la industria de la moda, en función de las tendencias y a una necesidad inventada de innovación, lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar a los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal”, explican desde Greenpeace. De hecho, la industria textil está reconocida como una de las industrias más contaminantes del planeta. Según apunta la Unión Europea, los productos textiles consumen muchísima agua. Solo en 2015, consumió 79.000 millones de metros cúbicos de agua.

Según Asirtex, Asociación de empresas del Sector del Reciclaje Textil de España y Portugal, cada español tira anualmente entre 12 y 14 kilos de productos textiles a la basura. Mucha de esta ropa solo dura una temporada que debido a su baja calidad tiene que descartarse al poco tiempo de uso, generando grandes impactos ambientales y sociales. “Para entender todos los impactos que generan deberíamos analizar lo que se llama un análisis de ciclo de vida del producto, desde la producción de la materia al fin de vida de la propia prenda. En cada una de estas etapas los impactos son diferentes dependiendo también de dónde se esté produciendo y de qué manera”, explica Gema Gómez, directora de Slow Fashion Next, una plataforma online de formación en moda y sostenibilidad desde el 2011.
Y un ejemplo lo tenemos con las ropas fabricadas a partir de algodón convencional, que nada tiene que ver con el cultivo orgánico y que genera grandes impactos en la biodiversidad y en las personas que lo cultivan debido a los pesticidas que utiliza. Además, para fabricar una camiseta de algodón se consumen 2.700 litros de agua dulce: lo que bebe una persona durante dos años y medio.
Pero los impactos de una aparentemente inofensiva camiseta de algodón van más allá. “En la etapa por ejemplo de procesamiento fibras para convertirlos en tejidos se gastan mucha energía y se usan sustancias químicas tóxicas que normalmente se vierten a ríos y mares. En la etapa de la concepción el impacto sobre todo sería social por los bajos sueldos de las trabajadoras”, desgrana Gema Gómez.
A estos procesos se le añade la logística y el packaging, que tienen un impacto importante sobre todo ahora en la era del comercio electrónico. “La etapa de uso de vida de las prendas tendríamos que incluir los recursos que utilizamos para acondicionar las prendas agua energía etcétera. Y en el fin de vida los grandes impactos que se generan entre otros las emisiones de CO2 cuando se descomponen las materias”, concluye.
Revertir el ciclo
El ciclo parece imparable. De las pocas nuevas colecciones de ropa que hace años se ponían a la venta, se ha pasado a diseñar nuevas prendas continuamente y a reducir hasta límites de infarto el tiempo a que estas llegan al consumidor. De ahí el incremento exponencial de productos textiles y su posterior generación como residuo. Pero, ¿se puede revertir el consumo actual de ropa? Según Gema Gómez, “sí, por supuesto se puede reducir si entre todos cada uno desde nuestro rol empezamos a comer conciencia de estos impactos asociados a ese consumo excesivo”. Por ello hay que empezar ejercer un consumo responsable, utilizando lo que tenemos en el armario, alargando la vida de las prendas, comprando solo cuando realmente necesitemos algo y no por impulsividad apoyando modelos de negocio locales y qué aporten de verdad valor tanto social como medioambiental como económico en la zona donde operan.
Entre otras, destaca la plataforma Sustain your style que aboga por un consumo consciente de la ropa. En ella se pueden consultar guías de tienda de ropa sostenible, marcas que tratan de reducir el impacto ambiental de sus prendas, así como consejos que puedes seguir para tener un armario un poco más verde y que puedes leer aquí.
Y ya sabes, la pieza de ropa más sostenible que existe es la que ya has comprado y que vuelves a llevar puesta. La próxima vez que vayas a comprar una pieza de ropa hazte la pregunta: ¿realmente lo necesito?
Escrito por Lluís Amengual, divulgador medioambiental, en colaboración con la Fundación Ecolec.
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