Según una noticia de la agencia EFE, se ha realizado un estudio en Ghana en el que se puede comprobar cómo se están utilizando a los países pobres, sobre todo de Asia y África, para el incorrecto reciclado de la basura electrónica procedente de los países ricos. Todo ello, con el consiguiente daño para la salud y el medio ambiente de esos entornos subdesarrollados.
Ese estudio recoge cómo las pruebas realizadas en una escuela cercana a un depósito de residuos electrónicos en un suburbio, a las afueras de Ghana, mostraron una contaminación por plomo, cadmio y otros materiales pesados perjudiciales para la salud de más de 50 veces por encima de los niveles libres de riesgo.
Esta situación se está produciendo también en otros países en desarrollo como China, La India o Vietnam, donde se están creando verdaderos vertederos de basura electrónica sin ningún tipo de control.
A pesar de que Ghana está suscrito al Convenio de Basilea, donde se regula la importación y exportación de desechos peligrosos, todavía no se ha integrado en su orden jurídico. Una situación legal que se complica con el «reciclaje informal», en el que participan de forma incontrolada multitud de personas cuyo sustento depende de la extracción indiscriminada y posterior venta de los materiales valiosos que forman parte de esta clase de residuos.
Para intentar solucionar situaciones como esta, organizaciones como la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA), el Programa de Medio Ambiente de la ONU, universidades y empresas tecnológicas como Dell, Microsoft o Philips se han unido en la iniciativa «Solucionar el Problema de E-Basura». Lo que se pide es un acuerdo global de reciclaje que utilice tecnologías sostenibles y aplique estándares que tengan en cuenta la salud, la seguridad y el medio ambiente; además de modelos de negocio y un programa para desarrollar políticas de concienciación para los fabricantes.
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