Por cada tonelada de acero (el segundo material en comercio, tras el petróleo) que se recicla se ahorran 1.500 kilos de mineral de hierro, un 40% de agua y un 80% de energía. Esto quiere decir que reciclar este material produce una menor contaminación atmosférica, menos generación de residuos y menor empleo de agua y energía que extraerlo con los métodos tradicionales.
Por estas razones, y según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), el reciclaje de metales es clave para luchar contra su escasez, y su apropiada gestión resulta esencial para satisfacer la demanda de la población mundial (estimada en 9.000 millones de toneladas para 2050).
En 2011, las acerías españolas reciclaron 12,5 millones de toneladas de chatarra, un residuo cada vez menos frecuente en nuestras fronteras debido, entre otras cosas, a la exportación del mismo. No obstante, casi el 80% del acero que se fabrica en España procede de material reciclado de chatarra, frente al 40-50% de la media europea y mundial.